MANDALAS Y SUS BENEFICIOS
Pintar mandalas fomenta el pensamiento
creativo y te livera del estres y la ansiedad.
Usadas por la cultura hindú y budista, son representaciones simbólicas, en la mayoría de los casos espirituales, que se basan en un punto central, que suelen adoptar formas circulares, geométricamente perfectas e inspiradas, en sus inicios,en el universo y el cosmos.
Existen un montón de variantes temáticas, tantas como personas en el mundo. Han ido evolucionando hasta llegar a usos generales y comunes que cualquiera puede realizar con la temática que prefiera.
La etimología de esta palabra es «círculo«.
Relación con el dibujo
La verdad que recuerdo cuando en mi adolescencia no paraba de dibujar en cualquier parte cualquier cosa que se me ocurría en ese momento y que eso me gustaba y me hacía sentir bien. En libretas, folios, apuntes… Siempre algún dibujito.
Los mandalas son un ejemplo de esa dispersión necesaria, que la mayoría hemos plasmado en aula, pero evadiéndonos de ese profesor o profesora aburrido/a.
Existe una relación directa con esa necesidad de evasión, de dispersarse o de aliviarse de cierta tensión, que está ligada a esta situación. Por lo tanto, incluir 10 minutos en clase para colorear o crear mandalas lo siento un acierto seguro.
No es complicado y podremos encontrar muy buenos resultados a la hora de encontrar o dedicar momentos de concentración y momentos de dispersión. En este caso creo que , aunque con los mandalas encontramos un foco centrado en la concentración, también dispersamos la mente de otras cuestiones, situaciones o temas de nuestra vida y esto es algo genial y muy positivo ¿No crees?
Vamos allá a numerar los múltiples beneficios de las actividades con mandalas.
Beneficios de pintar, colorear, hacer, crear mandalas
Despierta nuestra versión más creativa por la toma de decisiones en colores, contrastes y formas determinadas para crear un conjunto total del mandala concreto o libre.
Podemos desconectar de preocupaciones diarias ya que esta actividad necesita cierta concentración que nos abstrae del resto.
Nos ofrece relajación fluída y natural cuando realizamos este tipo de actividad ya que nos centramos en una tarea «simple» y agradable.
Dedicamos ese tiempo a nosotres mismes.
Desarrollo de la capacidad de paciencia y la perseverancia, por la necesidad natural de terminar de colorear el mandala.
Se activan y desarrollan ambos hemisferios cerebrales a través de la geometría de estas representaciones.
Desarrolla la capacidad de concentración y la atención gracias a la necesidad de centrarse en puntos concretos del mandala.
Mejora la precisión y la técnica relacionada con el arte, la pintura y los colores.
Nos ayuda a reconocer y plasmar nuestro propio estado de ánimo y nuestras emociones en ese momento a través de los colores que elegimos y el modo de colorear el mandala.
Podemos combinar esta actividad con otras que nos ofrezcan estados de ánimo relajados o de meditación, provechosos para todes; musicoterapia, aromaterapia, cromoterapia…
Favorecen el desarrollo de la motrocidad fina de las manos y los dedos, por la obviedad de las partes a colorear.
Desarrollo de la imaginación y capacidad artística, con la posibilidad de múltiples combinaciones de colores, contrastes y resultados.
Estimula y desenvuelve nuestro sentido y gusto estético personal.
Fomentan el pensamiento crítico y divergente.
Estimulan la reflexión.
Disminuyen estrés y ansiedad.
Beneficios concretos de los mandalas en relación a la infancia
Permiten interiorizar conceptos geométricos al tratar con todo tipo de formas.
Consiguiendo también introducir nuevo vocabulario, tanto técnico como emocional.
Como puedes observar, los beneficios son para casi todes nosotres igual, seamos adultes o niñes, ya que la diferencia radica en simplemente, descubrimiento e interiorización de conceptos. El resto son beneficios emocionales muy importantes.
Con todo esto no me queda ninguna duda. El hecho de dedicar un pequeño tiempo diario a esta práctica es muy positiva y beneficiosa, económica y sobre todo placentera. Así que ¿Por qué no?
Escrito por: Mónica Lemos
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